jueves, 30 de enero de 2014

EL FASCISMO FINANCIERO FRUTO DE LOS QUE NO CREEN EN NADA.



     Hablamos de algo legal:     Los mercados financieros.     El casino de los poderosos.

El nacional socialismo fue legal en Alemania. El fascismo fue legal en Italia. Muchas personas de otros países fueron influenciadas de esta “moda” de aquellos tiempos, hoy tan denostados y de consecuencias tan catastróficas para la humanidad.  En estos tiempos bastantes personas que se consideran demócratas están absortas en esta moda financiera de control casi inmediato por la informática.

 

     Yo soy el primero en entonar el “mea culpa” ya que alguna vez intenté tener alguna ganancia por este medio al ser ya dificilísimo hacerlo por el ejercicio de mi sufrida y próvida profesión de agente comercial “colegiado”, con constante aparición de productos a la baja en mi sector, lo que en muchos casos dejaba a vista de los fabricantes la posibilidad de descontar la “comisión” de quien le había generado un mercado; todo por la subsistencia de la “empresa”.

 

     A pesar de lo narrado, en este anterior párrafo; afortunadamente ya hace tiempo que me arrepiento cada día de tales prácticas financieras y me propongo no volver a caer en la tentación… Porque seguir, sigue siendo legal.

 

     El nuevo “fascismo” de hoy es el mercado financiero con todas sus posibilidades que incluyen la apuesta de compra al alza a la baja y de futuros en productos esenciales para la supervivencia humana. Y todo ello para dar grandes pelotazos de dinero que, en muchos casos electrónicamente se gana o se pierde sin sentir, pero que perjudica a los que se ganan el pan con el sudor de su frente y abre una brecha descomunal entre los muchísimos que se quedan con muy poco, incluso por debajo del mínimo vital, todo ello para que estos pocos tengan muchísimo.

 

     Lo que importa hoy a todos estos que no creen en nada; ni en un Dios, ni en una moral natural que excluye el egoísmo, es dar unos buenos “pelotazos”, a costa de quien sea. Eso si, sin violencia ni gas.

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